Las Brujas

Las Brujas
Las brujas nacemos sin libro de instrucciones. Pero con una firme determinación a ser brujas. No sabemos muy bien qué es ser bruja. Sin embargo nos atrae desde bien pequeñas todas esas cosas que tienen que ver con ser brujas. Como el bosque. Los árboles. Los animales. La naturaleza. El sol. La luna. Las estrellas. La magia. La astrología. El tarot. Las hadas. Los duendes. Los cuentos. La mitología. Leemos. Investigamos. Y soñamos. Sobre todo soñamos. Soñamos con estar en otro sitio mientras crecemos en el sitio en el que estamos. Miramos a las estrellas añorando, sin saberlo, nuestro hogar. Mientras observamos un escarabajo o cualquier otra criatura. Ya sea del reino mineral, vegetal o animal. Para nosotras todos son interesantes por igual. Por eso nos cuesta tanto ser brujas. Porque recordamos sin recordar nuestro hogar. Porque llevamos en nuestra memoria celular todas las historias de vidas anteriores en las que fuimos brujas. Todas las brujas nos reconocemos entre nosotras. No hace falta que nos conozcamos. Ni que hablemos. Nosotras ya lo sabemos. Cuando nos miramos a los ojos sabemos reconocer la mirada de otra bruja. Podemos reconocer su poder. Y también podemos saber si es una bruja que ha trasmutado el dolor de todas las muertes por las que ha tenido que pasar, o si aún su alma está atrapada en el rencor de haberle sido arrebatada la vida sólo por el hecho de haber sido incomprendida.

Sólo una bruja es capaz de recuperar su poder dentro de sí misma. Y pasa toda una vida entera descubriendo y recordando cómo funcionan en ella todas esas percepciones con las que todos nacemos pero a las que sólo ella es incapaz de renunciar.

Si hay algo que no está en el manual práctico de ser bruja es la acción de renunciar. Una bruja jamás renuncia a ser lo que es. Aunque no sepa muy bien cómo es eso de ser bruja. Aunque no tenga idea de hacer pócimas. O de cómo funcionan las intuiciones. Ni cuán ilimitado es su poder. Una bruja puede tener miedo de ver cómo puedan ser los demás. Por dentro. Pero jamás teme ser lo que es. Conectada a su fuego interno una bruja no es sólo una bruja. Es muchas a la vez. Y a la vez es todas aquellas a quienes reconoce en el camino de la vida.

Una bruja ya conoce los secretos de la vida. Aunque se pasa la vida recordándolos. Del mismo modo que nace recordando el amor. Y el dolor de nacer a este mundo. Y se arropa con el silencio en el que ella se encuentra a salvo. Y comparte con quien está preparado para escucharle los secretos que le son desvelados en el mismo acto de ser narrados.

Una bruja danza la vida. Sigue siempre el sonido de su tambor. Su corazón. Donde reside todo nuestro poder. Y ella lo sabe.
Una bruja sabe que vino a este mundo a hacer algo. Aunque pase la vida entera descubriendo, como la mayoría de los mortales qué algo es. Pero en el fondo lo sabe. Porque confía en la vida. Y porque cada paso importante que tiene que dar la vida se lo muestra. Tiene el poder de ver más allá no porque ella sea especial. Sino porque está dispuesta a ver más allá.
Más allá del personaje que encarna en esta vida.

Una bruja es esencia permitiendo su propia naturaleza. Una bruja puede ser dócil pero jamás puede ser dominada o domesticada. Una bruja es fiel a su naturaleza salvaje a la que no renuncia jamás. Preferiría morir otra vida más antes que renunciar a ser lo que es.
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